Clarissa Cristal

Contra la pared...

Musitando
la palabra exacta,
logramos el temblor
de los labios,


ola violenta
que recorre palmo a palmo,
y estremece nuestra piel dorada.


El contacto de tu aliento
en mi espalda,
me eleva concretamente
al milagro,
de fundirme ardiente a tu regazo,
y hacer de nuestras mieles
la amalgama.


Tu aroma estimula mis sentidos,
parada,
y tu boca en mi secreto,
devorando mis ganas abrasantes.

La pared mis gritos ha oído,
se bebió mi sudor,
y en sismo intenso,
mis piernas temblaron
suplicantes.

PRESO EN LA CELDA DE MIS ENTRAÑAS.

Estas preso en mi corazón de quimera,

preso en el aroma que destila mi hoguera,

preso de mi piel que sustrae tu sueño,

en las noches de sábanas mojadas,

en que no soportas, te falte mi dulce veneno.

Preso de mis besos y mis mordidas,

preso de la oscuridad de mis entrañas,

que no solo te aprisionan, te exprimen, te relajan,

y te evaporan el deseo a fuego lento.

También soy presa de tu carne,

que me fustiga de pasión, sin exiliarme,

que me hace estallar, inconmensurable,

en el sino orgásmico del mar , su oleaje.

Pero he perdido sin remedio la cordura,

montada a tu cabalgadura,

que vamos al galope , fusionados,

por el valle de los gemidos estrellados,

enlazados como cintas de plata,

simbiosados en la esencia del alma,

recorriendo jadeantes los mundos del otro,

y en cada espasmo amanece en nuestros ojos.

Mi tango y E.

MIentras mis dedos bailan,

sobre la piel blanca de tus caderas,

adentrándose al triángulo magnífico

de tu hermosa desnudez,

flota en el aire a buen ritmo,

la orquesta de tango. 

Tras bambalinas transpiramos juntos

y empapamos los gemidos ahogados en un beso sin fin. 

En la pista que resuena en un dos por cuatro maravilloso,

nadie baila el tango como nosotros,

montando en pelo,

tomados por las crines del maravilloso orgasmo,

y las chispas blancas que se desprenden de cada nota,

muriendo en el piso de madera,

en tus ojos se ven renacer.